LA TRASFORMACIÓN CONSCIENTE DE LA MATERIA
Restos encontrados en el mar y acrílico, (fotografía de Silvia Jareño)
La materia se transforma,
al igual que la energía. La naturaleza transforma a ambas, la vida lo hace y
por tanto el ser humano también. La Ley de conservación de la materia enunciada
Mijaíl Lomonósov y por Antoine Lavoisier, simultáneamente, lo pone de
manifiesto, la Termodinámica lo aplica como principio. Esta transformación de
materia y energía puede acontecer de forma consciente o inconsciente:
Se puede excavar una
mina, se puede extraer mineral y transformarlo en acero y con el acero
construir vehículos que a su vez intervengan en dicha conversión. - Nada es permanente excepto el cambio
- afirmaba Heráclito. Todos hemos
experimentado en mayor o menor medida la variación de nuestro mundo; de hecho
nuestro planeta se mueve por el espacio a velocidades de vértigo, al igual que
la galaxia. Los seres vivos generan cambios en su entorno más directo, el ser humano
de manera especial. Estas variaciones se realizan conscientemente, aunque la
mayoría de las veces, sin ser pensadas lo suficiente. En cualquier medio de
comunicación encontramos referencias al cambio climático, debido a la acción
humana.
Entiendo, que la
naturaleza y la vida experimentan continuas modificaciones, no motivadas por un
proceso inteligente. Las estrellas se consumen, el viento y el mar azotan un
acantilado erosionándolo, un volcán entra en erupción expulsando toneladas de
lava ardiente ... Pero la propia vida en sí, que forma parte de la naturaleza,
también es autora de significativos cambios en la dualidad materia - energía,
que no sabría si interpretar como dirigidos, pero que sí pretenden alcanzar su
fin; sin querer ir más lejos, posiblemente la supervivencia y la adaptabilidad
al medio.
Uniendo la
"intención" de la vida a la propia inteligencia del ser, aunque esta
última sea inherente, la evolución puede ser encaminada, o al menos perseguir
el intento. Podemos marcar el camino, para lo cual debemos vislumbrar la meta,
pero fundamentalmente, no olvidar la senda ya recorrida, la cual nos
"sitúa" e indica lo que somos. La meta de cualquier ser vivo parece
ser la supervivencia, aunque según mi entender no debemos hallarla a toda costa,
ha de estar en consecuencia con nuestra esencia, que se mantiene en un proceso
de definición constante. Al día de hoy, podemos ver algunos conceptos establecidos
comúnmente, y que parecen poseer de manera clara un germen y una línea de
crecimiento. Tenemos cualidades propias que nos definen, y no se pueden cambiar
sin dejar de alterar lo que somos.
Compartimos la capacidad
de ser conscientes de nuestra existencia, lo que nos cualifica para crear
reglamentos morales. Estos reglamentos deben ir más allá de extensos textos
guardados en libros, han de estar patentes en una conciencia colectiva,
como lo está el Arte en su más amplio sentido cultural, como lo está el amor,
cuya base sí aparece escrita en nuestros genes con caligrafía dorada y propia ...
- La
paz comienza con una sonrisa. - Madre teresa de Calcuta.
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