instalación; UNA TABLA DE NAUFRAGO. Terracota policromada, resto de naufragio y tela. (fotografía Silvia Jareño)
La historia está llena de mentiras, grandes, pequeñas, malvadas, bellas, melancólicas, tristes, intencionadamente útiles, llenas de buena voluntad, llenas de inocencia, tergiversadas, enrevesadas, religiosas, civiles, militares, nobles, plebeyas, de izquierdas, de derechas, de artistas, de poetas fingidores como decía Pessoa... La vida está llena de mentiras, el ser humano lleno de mentiras. El tiempo siempre descubre hasta las más ocultas, mostrándonos un mundo lleno de posibilidades evolutivas. La mentira sin conocimiento de causa nos devela diversas formas de salvación, liberación y huida del mundo, al igual que la belleza, el arte, la poesía, la muerte, el amor y el erotismo. Tras haber comprobado el fracaso de estas formas ideales de liberación, nos encontramos con el hastío, el tedio ante el tiempo y su repetición. El reloj coloca cada cosa en su lugar y a la mentira en el suyo.
A veces deseo una mentira a mi medida, una tabla de náufrago
a la que agarrarme para seguir avanzando. !No he de olvidar que se trata de una
tabla para náufragos y no de otra cosa!
¿Cuántas
veces tendré que agitar cascabeles
y besar
tu ruin frente, taciturna parodia?
Para dar
en el blanco, que es un místico afán,
¿Cuántas
flechas mi aljaba tendrá aún que perder?
Ajaremos
nuestra alma en conjuras sutiles
y
echaremos abajo armazones pesados
hasta
que contemplemos a la ideal criatura
de
infernales deseos que nos mueve al sollozo.
Hay
quien nunca logró conocer a su Ídolo,
escultores
malditos con un signo de afrenta
que la
frente y el pecho se golpean en vano;
sólo
esperan un raro Capitolio sombrío.
Que la
Muerte en la altura, como un sol nunca visto,
haga
abrirse las flores que contiene el cerebro.
Charles
Baudelaire de su obra "Las flores del mal"
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