ROSAS. Técnica mixta.

Dora Maar, al hablar sobre Picasso, afirmaba: - Como todos los españoles, era anarquista y creyente. - Acaso, mirando hacia el anarquismo tan arraigado en el temperamento de los andaluces, posible consecuencia del injusto reparto de propiedades dado en estas tierras. En cuanto a lo de ser creyente, quiero entender que se refiriera a la espiritualidad de la persona, que de ninguna manera ha de ir casada con la religión. Sin pretender compararme con el notable artista, tan solo en lo de ser andaluz, al igual que lo veía su amante Dora Maar, me considero anarquista. Mi anarquismo es individualista y presenta una clara disposición ética interior, a buscar y desarrollar las características de la esencia humana.

Yo entiendo la anarquía como una rebeldía personal necesaria, ya que de no existir dejaríamos de ser libres y la norma estaría siempre por encima de la persona, cosa que no debe darse. No la quiero entender como una ideología revolucionaria, ni mucho menos violenta, para conseguir una ausencia de ley y de órganos de poder; y por supuesto no impuesta. La que interpreto, debe nacer individualmente en el interior de cada persona, como fruto de una búsqueda intima y propia de la verdad, una verdad que regala equilibrio y la mejor de las libertades.

A la anarquía, tradicionalmente se la ha considerado utópica, pero para mí, planteada desde este enfoque personal e inalienable, no lo es; es más, la deduzco imprescindible. De las utopías irrealizables, en ocasiones surgen realidades maravillosas, tras largos procesos evolutivos.

El convencimiento debe ser el motor de la utopía, el único mecanismo que la puede acercar a la realidad. La imposición desestabiliza cualquier disposición, por muy razonable que esta sea o lo parezca, y tampoco el desconocimiento o el adormecimiento ante unos hechos permiten facilitarla.

La lucha por ella es natural como la propia vida, está muy cerca y muy lejos en cada instante. Todos la sabemos, pero solo unas pocas mentes lúcidas son capaces de finalizarla. No se abandona a las masas, se une conscientemente al resto de los individuos, y no siente inseguridad en solitario, ya que la respalda la certeza de lo verdadero.

Quizás, todo quede en nada, y yo, al igual que Joan Margarit, me crea lo que sucede en la noche estrellada de un verso.

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