GUERRA. Bolígrafo sobre papeles de colores 40x50 cm.
GUERRA
(1.995)
Recuerdo a aquella orgullosa, derecha y rígida señora
casi nonagenaria, sentada siempre en su sillón, con el que hacía buena pareja. Había
tenido 8 hijos y perdido alguno. Vivió en la zona centro del país y viajó poco,
por no decir nada. Religiosa, católica y apostólica. Defensora de la
conservación de los valores éticos y el orden social tradicional. Franquista,
no sé si por devoción o por la obligación que le marco el tiempo. Con una
cierta cultura. Era difícil arrancarle una sonrisa. La cabeza ida en algunos
esporádicos instantes y en la mente siempre rondando un pensamiento; la guerra
que sufrió; su padre y su hermano murieron en ella y entre bombardeos parió a uno
de sus hijos. Aunque poco habladora, me gustaba escucharla cuando podía; solía
contar historias interesantes, sin dejar nunca de lado su seriedad, austeridad
y eterna disciplina.
Un día sin olvidar sus continuos pensamientos, en los que
cada vez, me parecía, estaba más inmersa, comenzó a relatar sobre la bondad de
un hombre, del que no refirió su identidad; maestro de pueblo, dulce y cordial,
lleno de cualidades, tanto intelectuales como morales, entre las que se
encontraba el prestar constantemente ayuda a los demás.
- ...Se lo llevaron...,
decía..., y no supimos más de él, se lo
llevaron por su manera de pensar; era rojo..., pero era un hombre bueno.
- Desde luego todos
hicieron mucho daño... afirmaba sintiéndolo.
Posteriormente seguía relatando:
- ¿Donde están los
hombres?; gritaban los rojos en la puerta de nuestra casa. Nosotras decíamos;
aquí ya no hay hombres, se los han llevado ya... Estaban escondido en unos
huecos en el soberado...
- Se llevaban las
cosas que querían...
Ella hablaba de guerra, no hablaba de hijos y nietos; que
los tenía. Parece que aún la estoy viendo; verdaderamente padecía aquello que
expresaba. Era como si nunca hubiera podido desconectar, tras esa rigurosa e
inalterable apariencia, que con los años y en algunos momentos flaqueaba.
Lo que más me impresionó fue la manera en que al final
declaraba:
- ¡Que Dios nos libre...!,
¡que nunca más haya una guerra!.., !eso es lo peor que nos puede pasar! -
Desde mi realidad totalmente ajena a la suya, ya que
nunca he experimentado tales horrores, me impactaron aquellas palabras y
aquellos sentimientos guiados por el dolor que la habían acompañado durante
toda su vida.
Ana Frank en sus famosos escritos refiere; - ... a pesar de todo, sigo creyendo que la gente es muy buena en el
corazón.- (2ª guerra mundial: Murieron de 60 a 73 millones de personas).
Posteriormente seguía relatando;
- ¡Donde están los
hombres!; gritaban los rojos en la puerta de nuestra casa. Nosotras decíamos;
aquí ya no hay hombres, se los han llevado.... Estaban escondido en unos huecos
en el soberado...
- Se llevaban las
cosas que querían,...
Ella hablaba de guerra, no hablaba de hijos y nietos, que
de ambos poseía. Parece que aun la estoy viendo, verdaderamente sentía lo que expresaba,
era como si nunca hubiera podido desconectar, tras esa rigurosa e inalterable apariencia,
que con los años y en algunos momentos flaqueaba.
Lo que más me impresionó fue la manera en que al final
declaraba;
- ¡Que Dios nos libre!,...
¡que nunca más haya una guerra!,.. !eso es lo peor que nos puede
pasar!.
Desde mi realidad totalmente ajena a la suya, ya que
nunca he experimentado tales horrores, me impactaron aquellas palabras y aquellos
sentimientos, guiados por el dolor, que la habían acompañado durante toda su
vida.
Ana Frank en sus famosos escritos refiere; "a pesar de todo, sigo creyendo que la gente
es muy buena en el corazón".
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